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Una vez que los ojos se acostumbraban a la oscuridad, la batcueva se convertía en un glorioso espectáculo en sí misma.
Las majestuosas bóvedas de roca, salpicadas por el reflejo de las luces de los ordenadores en la humedad y adornada por centenares de murciélagos pendidos cabeza abajo, servían como imponente marco natural para un gigantesco cuartel general que se extendía en realidad por debajo de gran parte de Gotham. Grandiosas plataformas de roca se erguían sobre un abismo insondable, cada una de ellas destinada a una finalidad. Un completo laboratorio químico, un vasto garaje, un recinto para el entrenamiento físico, un amplio guardarropa para los diferentes tipos de traje, un museo destinado a recordar las amenazas que infectaban la ciudad, con un lugar para el emotivo recuerdo de un soldado caído. Y coronando las instalaciones, el ordenador.
Frente a éste se hallaban todos los cazadores, todos los que habían dedicado su parte de aquella noche a perseguir a un ladrón. Dos de las plazas del garaje habían sido destinadas a los coches robados a Dos Caras, y trabajando en ellos estaba el abnegado mayordomo de la familia Wayne.
-Analicemos los hechos- propuso Batman-. Hace dos días se cometieron dos robos: dos coches y el sistema mecánico de poleas del Joker.
-Hasta aquí parecería obra de Dos Caras- observó Robin-, si no fuera porque él era una de las víctimas.
-El hecho de que hayan pasado dos días puede ser circunstancial- apuntó Batman-. De todas formas resulta alarmante que el ladrón pudiera drogar a los dos conductores, encadenar los coches y remolcarlos en un minuto. El caso es que esta noche se ha cometido otro robo en el museo.
-Sabemos que el ladrón desactivó la alarma del museo- aportó Catwoman- y que sabía también cómo desconectar la red láser de la sala principal.
-También sabemos que utilizó un sistema de escalada similar a nuestras batcuerdas- prosiguió Batman-. Y que en las cloacas, a las que arrojó el botín, empleó una pistola de clavos para escalar por la pared.
-Sin embargo- terció Nightwing- no encontré ninguna prueba de que hubiese utilizado ningún equipo especial en la guarida del Joker. Si escaló aquél muro de ladrillo lo hizo a pulso.
-Dices que encontraste señales de que el ladrón había limado uno de los respiraderos.
-Oráculo y yo sostenemos que debió hacerlo para introducir algo, tal vez una microcámara. El típico cable de fibra óptica, por ejemplo.
-De modo que el ladrón escaló a pulso la pared de ladrillo, lo cual no es excesivamente difícil si se tiene el entrenamiento adecuado- recapituló Batman-; introdujo una microcámara por un respiradero, observó lo que había dentro y luego bajó, abrió la puerta y robó el sistema de poleas.
-Utilizó el sistema de poleas para recuperar las joyas en la cloaca- apuntó Catwoman-. Debió guardarlas en alguna caja lo bastante grande como para que no pasase por la tubería. Pero podría haberse metido en el agua para recuperarla, como hiciste tú con el sistema de poleas.
-El ladrón quería que encontrásemos el sistema de poleas- dedujo Batman-. Como también quería que encontrásemos las joyas en el motor de uno de los coches de Dos Caras. Todo apunta a que quiere que sepamos que todos los robos los ha cometido el mismo.
-Pero si está devolviendo el botín de los robos- terció Robin-, ¿para qué los ha robado? No creo que sea sólo para provocar.
-Pensemos con un poco de lógica. Del botín del museo sólo ha devuelto dos de las joyas, y de los coches se ha quedado con las piezas trucadas. Sin embargo parece que nos ha devuelto el sistema de poleas entero.
-También está el detalle de la bomba en el coche- observó Nightwing-. Nos engañó a todos, incluso a ese tío, el de la cicatriz…
-Murphy- completó Batman.
-Ese. ¿Creéis que dijo lo de la bomba para llamar nuestra atención?
-Es muy probable, ya me extrañó el tema de poner una bomba en un callejón desierto sin viviendas cercanas.
-Sí, como amenaza dejaba bastante que desear.
-Pensé que podía haber abandonado los coches en el punto en el que se quedó sin gasolina, pero el depósito estaba demasiado seco. El combustible había sido retirado al menos una hora antes.
-No olvidemos a ese detective de la INTERPOL, McTheodore- añadió Catwoman-. Parece que él lleva bastante tiempo persiguiendo a nuestro ladrón.
-Oráculo, ¿qué has averiguado de McTheodore?
-Mathew McTheodore, cuarenta y siete años, nacido en Chicago. Lleva desde los veintitrés trabajando para INTERPOL. Durante sus primeros siete años de carrera logró destacar por la captura de cinco ladrones de renombre. Después de eso le llegó el caso de Sam la Comadreja, en el que sigue todavía y del que se ha convertido en la principal autoridad a consultar. Casado con Irene McTheodore, de soltera Norton, nacida en Trenton, New Jersey. Es su segundo marido.
Alfred, el mayordomo, trató de carraspear sutil y discretamente. El eco de la cueva se encargó de echar por tierra su cautela.
-Amo Bruce- dijo con su habitual laconismo-, ¿podría hablar con usted un momento en privado?
A todos sorprendió la pregunta. Batman comenzó a subir las escaleras de regreso a la Mansión Wayne, seguido por el mayordomo.
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